Un punto de la mayor importancia es no sobre regular la nueva economía
que por definición es de bajos márgenes, afectando este proceso de adecuación
del País a las nuevas realidades, lo que es esencial para reemplazar el empleo
que se esta perdiendo en la economía tradicional, que expertos estiman que
alcanzará al 50% del empleo total. Adicionalmente, el país perdería gravemente
competitividad en el mundo global. En la actualidad un 37% de las empresas
declara que está reduciendo empleos con mayor uso de tecnología, cifra muy
sobre el promedio de APEC y sólo un 17% dice que la tecnología los lleva a
crear más empleo, según estudio internacional de PWC de 2019.
Es comprensible el interés de obstruir este cambio por parte de las
empresas tradicionales que se están viendo severamente afectadas, pero sería un
gravísimo error permitirlo. Para ejemplificar se puede tomar el caso de Walmart
que crea un centro comercial Omnicanal, cuyo canal digital compite con sus
propios supermercados con una mayor variedad de productos y probablemente como
ocurre con otros canales digitales con productos más baratos, algunos de los
cuales se transforman en centros de venta ciegos y dejan de atender público. Es
decir Walmart prefiere competir con sus propios puntos de venta a esperar que
lo hagan otros. Uno de los escenarios probables es que disminuya sus ventas en
canales físicos perdiendo rentabilidad, porque su rol en la nueva modalidad es
menor, siendo posible que sea des intermediado por los proveedores usando el
canal fulfillmet de Amazon y lleguen directamente a los clientes o incluso es
posible que los productores instalen su propio canal digital y usen la última
milla de CornerShop u otro, eliminando todo tipo de intermediarios. En este
escenario, sin duda los márgenes serán mucho menores, pero si no lo hace, otros
lo harán y arriesga a perder mucho más mercado.
Algo parecido tiene que hacer el Estado. Los nuevos modelos de negocio,
al igual que no soportan los mismos márgenes para las empresas tampoco soportan
los mismos impuestos. Si el país quiere seguir liderando la modernización
y ganar competitividad y atractividad a nivel global debe entender que este
tipo de modelos de economía colaborativa no pueden pagar un 19% de impuesto
porque en muchos casos no produce ese tipo de márgenes, por ejemplo, en el caso
de arriendos de casas amobladas o piezas. No entender esto sólo producirá que
no se generen puestos de trabajo para reemplazar los que se perderán con
inteligencia artificial, robotización y otras transformaciones digitales o bien
que las personas para subsistir entren a la economía informal sin pagar nada de
impuestos.
Además una advertencia, estos modelos pueden migrar evitando las
transacciones monetarias y el pago de impuestos, de hecho, ya existen
soluciones de economía colaborativa de canje sin transacción monetaria (por
ejemplo Helping People) que dan un puntaje cuando un participante da un
producto o servicio y este puntaje se puede canjear por otros productos y
servicios.
Teniendo estos factores en cuenta los gobiernos deben evitar ser
capturados por los intereses empresariales y deben aplicar impuesto por ejemplo
del 10%, como han propuesto profesionales que no fueron escuchados en la
actualidad.
Este tipo de desarrollo, además del aporte de puestos de trabajo, de un
sistema de trabajo apreciado por los que desean ser independientes, son
tremendamente más competitivos en muchos rubros con respecto a la empresa
tradicional y aportan una serie de beneficios como los siguientes:
· El ahorro. La mayoría de productos o servicios que
se ofrecen a través de este sistema tiene precios módicos o, incluso,
simbólicos.
· Desarrollo sostenible. La economía colaborativa estimula el segundo uso
de los productos. Lo que alguien ya no necesita, puede tener un nuevo destinatario
en alguna red de contactos. Se aboga por un consumo más moderado.
· Gestión de recursos. Otro principio de la economía
colaborativa es que si a algo sirve para una persona, lo más probable es que a
otra persona también. ¿Por qué no compartirlo muchas veces aprovechando los
tiempos o espacios ociosos de bienes existentes como los autos y las casas?
· Mayor oferta. Los productos con un segundo uso y
los servicios compartidos amplían la oferta de los mercados tradicionales. Sin
la economía colaborativa, es posible que éstos nunca vieran la luz.
· Beneficio medioambiental. La reutilización y los servicios compartidos
son una buena manera de contribuir al cuidado y la sostenibilidad de los
entornos.
· Sustituir empleo tradicional. Algunos pensaron que los paradigmas del
nuevo siglo serían más que costosos… que el empleo se esfumaría para siempre.
Subestimaron la capacidad del hombre para edificar nuevas relaciones
productivas. Los detractores siguen sin darse cuenta que el futuro del empleo,
de hecho, ya está aquí. Se llama “economía colaborativa” (sharing economy en
inglés). Pero lo más importante –y es aquí donde puede que finalmente se
resuelva la escasez de empleo– es que uno podrá proveer bienes y servicios sin
depender de un empleador. Por un lado, es la atomización de los monopolios y
oligopolios; por otro, la diversificación de la ocupación humana.
· Desintermediación. Carlos Blanco, un conocido emprendedor español, cree
que esta forma diferente de consumir es “una consecuencia de la digitalización,
pero también una réplica frente a los abusos en los precios, el mal servicio y
la pésima regulación”.
· Mejora equidad y eficiencia. Para algunos, el consumo colaborativo es
una respuesta a la inequidad y la ineficiencia del mundo. Lo cuentan los
números.
· Vuelta a valores que permitieron el desarrollo de nuestra especie como
colaboración y altruismo. La economía de las comunidades basadas en la
confianza entre las personas, colaboración y propiedad compartida.
El columnista del New York Times, Thomas Friedman, considera que la
economía colaborativa «crea nuevas formas de emprender y también un nuevo
concepto de la propiedad».
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