viernes, 24 de enero de 2020

Mejorar la capacidad del Estado para erradicar la delincuencia, narcotráfico y violencia


Por años el Estado ha sido pasivo ante el crecimiento de la delincuencia, incluyendo el poder legislativo, judicial y ejecutivo, y gracias a esta irresponsabilidad la delincuencia logró un predominio total y es capaz de vandalizar el país entero sin ningún contrapeso, como ha quedado demostrado en el reciente estallido social que se ha transformado en un estallido delictual. Es más, los perjuicios a la imagen del país, al empleo, a la inversión, el alza del dólar y otros, se deben exclusivamente a la violencia y no a las manifestaciones pacíficas.

Se debe diferenciar el fenómeno de demandas sociales del vandalismo, aplicando las medidas de represión y castigo que sean necesarias para terminar con la delincuencia. Existen casos de éxito como el de la ciudad de New York que deben ser aprovechados. 

Se deben considerar mayores dotaciones policiales, tecnología y otros, además de penas no sólo disuasivas, sino que saquen de circulación a los delincuentes. No es posible como ocurre ahora la puerta giratoria, que los libera de un día para otro para volver a delinquir en repetidas ocasiones, incluyendo a los jóvenes que pueden tener otro tipo de reclusión. Puede ser caro para la sociedad pero la seguridad no tiene precio y es un derecho humano.

Es preocupante que nuestra clase política y el poder legal no hagan su trabajo hasta que generan explosiones. Fue necesaria la explosión social para que se genere la agenda social. También parece que fue necesaria la explosión delictual para tomarse en serio lo que todos sabíamos que estaba sembrándose hace muchos años con la puerta giratoria.

Es en todo caso es una esperanza la declaración de importantes miembros del partido socialista que dice: "minorías que, al amparo de estas justas causas, se han dedicado a la destrucción, al vandalismo y al pillaje". "Coexisten lumpen y sectores marginados, bandas criminales ligadas al narcotráfico, y grupos extremistas y antisistémicos, altamente ideologizados y organizados", tesis que sustentan en los numerosos edificios públicos y privados que han sido "blanco de la furia irracional y de un fanatismo ideológico que ataca directamente y busca arrasar con el estado de derecho democrático, la única y poderosa protección de las personas e instituciones frente al despotismo, la barbarie o la tiranía".

Ello, acotan, en medio del odio e intolerancia hacia quien piensan distinto. Ante ello, llaman a que la izquierda democrática emprenda una batalla ideológica, cultural y política contra esta amenaza.

Esta declaración indica que hay una masa crítica política para endurecer las penas y tomar medidas correctivas tendientes a una solución. A modo de ejemplo, los jóvenes drogadictos violentos después de un examen que confirme su adicción deberían ser sacados de la calle y enviados a un tratamiento para dejar las drogas.

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