viernes, 24 de enero de 2020

Institucionalidad para los pueblos originarios


De acuerdo a los antecedentes entregados, el rol futuro de los pueblos originarios es esencial y deben ser valorizados para que su aporte de sabiduría ilumine a los chilenos en esta difícil etapa futura, en que volver a las culturas originarias nos permite ser sostenibles como recomiendan los científicos, siendo necesario su aporte para salir de los valores y conductas no sostenibles prevalecientes en el mundo.

En este contexto, ahora es necesario para nosotros lograr una relación de mutuo beneficio con los pueblos originarios, pero debe quedar establecido que este tipo de relación siempre debería haber sido nuestro objetivo y debemos reconocer nuestro error histórico en los abusos cometidos.

El Papa Francisco en su visita a Chile, al hablar de convivencia nacional nos dijo que “Hablar de desafíos es asumir que hay situaciones que han llegado a un punto que exigen ser repensadas. Lo que hasta ayer podía ser un factor de unidad y cohesión, hoy está reclamando nuevas respuestas. El ritmo acelerado y la implantación casi vertiginosa de algunos procesos y cambios que se imponen en nuestras sociedades nos invitan de manera serena, pero sin demora, a una reflexión que no sea ingenua, utópica y menos aún voluntarista”.

En esta nueva etapa los valores y cultura que nos han permitido avanzar hasta donde 
estamos no son adecuados para seguir adelante. Esto más que un callejón sin salida es una gran oportunidad de sublimar lo que somos para ser mejores.

Para esto hay que arrepentirse de nuestra vergüenzas y crímenes incluyendo no cumplir nuestros acuerdos con los pueblos originarios y esperar oportunísticamente su momento de debilidad para avasallarlos, ser avasalladores entre nosotros mismos como ha ocurrido y sigue ocurriendo en la relación entre Santiago y las Regiones y entre los gobiernos de Regiones y las ciudades y comunidades, el funcionamiento de nuestro estado que no siempre ha sido justo favoreciendo a los poderosos por sobre los débiles y necesitados y no cumpliendo sus compromisos con nuestro propio pueblo como cuando se ofreció perdonar delitos a cambio de combatir en la guerra del Pacifico y luego no se cumplió  y además no se pagó a los perjudicados sus sueldos de soldado lo que los llevó a transformarse en forajidos, la forma en que eliminamos pueblos con mucha sabiduría como los kaweskar que fueron exterminados como animales, los crímenes y abusos contra el pueblo Rapanui, Aymara y otros. Hoy vemos que esas prácticas nos han quitado diversidad y potencialidad.

Algo de esta magnitud implica reestudiar y reescribir nuestra historia pero tenemos mucho que ganar porque tenemos grandes tesoros que rescatar y muchas vergüenzas que debemos reconocer para poder superarlas y no repetirlas. Sin duda nuestra proyección futura dependerá principalmente de nuestro punto de partida valórico. El tiempo y que los afectados muchos ya hayan desaparecido, no es argumento para olvidar estas situaciones porque se debe sublimar nuestra alma colectiva.

Esta catarsis histórica, reescribir nuestra historia, eliminar lo malo y rescatar lo bueno es muy oportuna hoy día. Dejemos en el pasado lo que no nos sirve a futuro y no llevemos en nuestra mochila esos pesos que nos impiden avanzar, llevemos lo bueno, lo que nos ayuda a llegar más lejos en nuestro camino.

Esto también incluye centrarnos en lo más relevante al estudiar nuestra historia y mejorar sustancialmente como se enseña en nuestros colegios.

Para esto es necesario volver al origen como recomienda el Papa Francisco, cuando dice ”La sabiduría de los pueblos originarios puede ser un gran aporte. De ellos podemos aprender que no hay verdadero desarrollo en un pueblo que dé la espalda a la tierra y a todo y a todos los que la rodean. Chile tiene en sus raíces una sabiduría capaz de ayudar a trascender la concepción meramente consumista de la existencia para adquirir una actitud sapiencial frente al futuro”.

Debemos ser capaces de escuchar y no de imponer. Escuchando por ejemplo las propuestas de Alfredo Seguel, Integrante de la agrupación Konapewman de Temuco, pide lo siguiente:
·      Reconocer la preexistencia de los Pueblos originarios diferenciados a la formación del estado chileno, con sus propias características sociales, culturales y políticas,
·      Discutiendo el reconocer y garantizar los Derechos Colectivos, Económicos, Sociales y Culturales de los Pueblos,
·  Lograr que este reconocimiento sea el resultado de un proceso de diálogo y entendimiento con organizaciones y comunidades representantes de los Pueblos originarios,
·      No bastaría sólo ratificar el convenio de la OIT 169 o reconocer en una carta magna la preexistencia de los Pueblos originarios diferenciados a la formación del estado chileno, con sus propias características sociales, culturales y políticas, firmemente enraizadas en su historia, junto con reconocer y garantizar sus Derechos Colectivos, Económicos, Sociales y Culturales de los Pueblos Indígenas, como parte de un proceso de diálogo y entendimiento con organizaciones y comunidades, sino que además, se deben hacer las modificaciones legales necesarias para el efectivo cumplimiento y aplicación de las convenciones y acuerdos internacionales relacionados con el resguardo y protección de los pueblos originarios, sus culturas, tierras y recursos.
·  Del mismo modo, si de avanzar se trata, es fundamental crear mecanismos de seguimiento y evaluación pública de los pactos y convenciones internacionales que se refieren a derechos de los Pueblos Indígenas y qué a la vez, dichos mecanismos consideren procesos de consulta y participación de las organizaciones y/o comunidades de los Pueblos originarios en Chile.

Esto es de mutuo interés, porque este reconocimiento apunta a respetar y reconocer los méritos y derechos, para poder incorporar la cultura y sabiduría Mapuche o de otros pueblos originarios, como el elemento más diferenciador de la identidad multicultural de Chile, como lo es en el caso de Nueva Zelanda la identidad Maori.

Estas propuestas deberían ser factibles, sin perder la característica de estado unitario, ya que, a pesar de ser un estado multicultural e incluso plurinacional, necesitamos unir fuerzas para poder lograr un futuro de interés común.

Gracias a la cultura Mapuche de reciprocidad, deberíamos lograr la paz social, la colaboración en esfuerzos conjuntos y un gran aporte de valores y conductas muy beneficiosos para esta nueva etapa.




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